lunes, 7 de enero de 2019

CAPITULO 64




Durante toda la mañana, mientras yo intentaba escribir algo de mi rehecha novela para que Miss Dorothy se sintiera orgullosa de mí, Esteban no hizo otra cosa que incordiarme con estúpidas preguntas sobre la relación que mantenía con Pedropreguntas que yo eludía, ya que ni yo misma era capaz de definir el tipo de relación que tenía en realidad con ese irritante sujeto.


—¿Qué eres para mi amigo? —curioseó Esteban impertinente, sentándose a mi lado en el sofá, mientras yo le dirigía apenas una mirada para contestar esa estúpida pregunta.


—Según Pedro, un molesto incordio.


—Te puedo decir que él no trata a las personas que lo incomodan como te trata a ti —manifestó amigablemente Esteban, intentando hacer de celestina entre mi irritable escritor y yo.


—Y yo te puedo asegurar que sé de primera mano cómo trata Pedro a las personas que lo fastidian —contesté, molesta al recordar cada una de las jugarretas que me había gastado.


—Debes de quererlo mucho para continuar aún aquí —señaló Esteban sonriéndome burlón, mientras intentaba ver amor donde en verdad sólo había sexo.


—O estar muy desesperada por publicar mi novela... —declaré, dejando mis anotaciones a un lado para aclararle que lo que había entre Pedro y yo nunca llegaría a ser amor. 


Aunque sólo fuera porque él no quería amarme… Pero eso nunca se lo confesaría a aquel entrometido y, sin duda, leal amigo.


—Sin embargo, cuando él está presente no hay nadie más para ti en la habitación. Y a pesar de saber lo cabrón que puede llegar a ser, todavía lo admiras. Si crees que negando lo que sientes vas a conseguir que ese sentimiento desaparezca, estás muy equivocada. Y como actriz eres pésima al tratar de ocultar que lo amas, aunque he de reconocerte que él es aún más nefasto que tú intentando esconder que te quiere.


Pedro nunca me dirá que me quiere —dije, tratando de esconder mis lágrimas por todos los ocultos sentimientos que Esteban me había hecho recordar.


—Que Pedro no pronuncie un «te quiero» no significa que no lo sienta. Yo, al contrario que él, lo grito continuamente en la pantalla. Y pese a decirlo tanto, sólo lo sentí una vez y, como un idiota, la dejé escapar. No hagas tú lo mismo con Pedro — me aconsejó Esteban, mostrándome una cara del actor que pocos veían, y haciéndome reflexionar sobre si necesitaba escuchar esas palabras para sentirme querida o en realidad no era más que un capricho para asegurarme de que en verdad era amada.


Después de sus sabias palabras, Esteban me dejó a solas con mis enredados pensamientos sobre aquel hombre que me volvía loca y con la historia de amor que yo estaba escribiendo, que ya no me parecía tan real como antes.



No hay comentarios:

Publicar un comentario