martes, 18 de diciembre de 2018
CAPITULO 6
La historia más importante de mi vida no es la que trata sobre los desvaríos de mi traumatizada infancia, aunque fueron las molestas jugarretas de mis hermanas las que me llevaron a convertirme en el hombre que soy ahora.
No me gusta tratar con personas a las que detesto, no me gusta sonreír falsamente a nadie, no me gusta aguantar a gente despreciable, no poseo tacto alguno. Lisa y llanamente, no me gusta la gente. Y menos aún las mujeres, a las que utilizo sólo para dos cosas: la cocina y la cama.
Siendo realista, las personas son falsas y engañosas por naturaleza, así que yo decidí mantenerme alejado de ellas para que no se me pegaran sus defectos y, especialmente, porque carezco de escrúpulos a la hora de expresar lo que pienso, y, no sé por qué, eso suele ofender con mucha facilidad.
Pero tarde o temprano, hasta los hombres como yo caen un día ante ese complicado sentimiento que es el amor. Por eso, aún no me puedo creer que finalmente esté aquí, haciendo lo que siempre juré y perjuré que nunca haría: el ridículo más grande por culpa de una mujer.
Pero es que los hombres al parecer nos volvemos idiotas cuando nos enamoramos y, por desgracia, yo soy uno más de esos estúpidos que, pese a que prometen no enamorarse jamás, caen de la forma más embarazosa en las redes del amor.
No sé por qué lo hago, en realidad ella no es una mujer que destaque por su belleza o por sus dulces encantos. En una reunión de hermosas damas, sería la solitaria y anodina señorita que se esconde en un rincón procurando no hacerse notar demasiado por miedo al ridículo. Y aunque en un principio parezca tímida, es increíblemente persistente y testaruda a la hora de conseguir lo que quiere. También es vengativa, pero muy inocente en algunos aspectos… Ella es, simplemente, la mujer que ha hecho que mi perfecto y estructurado mundo se tambalee con su sola presencia y, ahora que la he perdido, no puedo evitar gritar a los cuatro vientos que la amo.
No sé si podrá perdonarme todas las malas pasadas que le he hecho, ni si se apiadará de mis sentimientos y se dignará escucharme... Sólo sé que tengo que hacer todo lo que pueda para conseguir que vuelva a mi lado y utilizar todos los medios a mi alcance. Y si para ello tengo que humillarme en público… que así sea.
¡Bienvenido sea el ridículo por conseguir de nuevo lo único que vale la pena en esta vida: el amor de una mujer tan increíble como ella!
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Lo que me divierto con esta historia jajajajaja.
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